23-F: Un día que hay que recordar para no olvidar

El 23 Febrero hizo 25 años que un grupo de militares dio el último golpe de Estado que ha sufrido nuestra democracia. Es cierto que hace tan sólo veinticinco años estábamos aún en plena transición política y que gran parte del ejército era heredero de un franquismo que, políticamente estaba acabado. Quién no recuerda aquel grito de - ¡Quieto todo el mundo! - y de cuando empezó a sonar el ensordecedor ruido de los disparos, dejando sus marcas en la cúpula del congreso de los diputados, aún hoy visibles, máxima institución que representa la soberanía popular. Para mi el golpe de Estado de estado fue eso, un intento de asesinato de la voz del pueblo para después acabar matando al mismo pueblo.

Los golpistas son enemigos de la democracia y la libertad, Franco acabó con la República y con todo lo que ella significaba y Tejero quiso acabar con el proyecto democrático que se quería instaurar. El golpe fracasó, es cierto, pero su eco, su onda expansiva del miedo no se ha podido frenar, como ya he comentado en algún otro artículo, nuestra democracia no está plenamente desarrollada, algunos poderes subversivos utilizan ese miedo para hacer callar a los ciudadanos y hacerlos reaccionar de forma equivocada y contradictoria. El PP y sus aliados por muy demócratas que se consideren, o se les considere, utilizan la misma estrategia, infunden el miedo entre la gente, dividiendo a la clase trabajadora impidiendo que pueda defender sus derechos como tal.

Ayer fue un día que hay que recordar para no olvidar que hace veinticinco años intentaron asesinar a la voz del pueblo, pistola en mano y en la máxima institución democrática: el Parlamento.