“En no más de 45 segundos”, según una afortunada expresión oficial, el president José Montilla resolvió el pequeño incidente provocado al descubrirse que en la sede del Departamento de Gobernación de la Generalitat, cuyo titular es el consejero republicano Joan Puigcercós, no ondeaba la bandera española y sí lo hacía la senyera, esto es, la bandera catalana.
Sin alharacas de ningún tipo, en la reunión del Consejo de Gobierno de la Generalitat, celebrado el pasado martes, Montilla recordó a todos los consejeros del Govern d’Entesa que preside su obligación de “cumplir y hacer cumplir todas las leyes”, incluida la ley estatal 39/1981, de símbolos oficiales. Esta ley establece que “la bandera de España deberá ondear en el exterior y ocupar el lugar preferente en el interior de todos los edificios y establecimientos de la Administración central, institucional, autonómica, provincial o insular y municipal del Estado”.Nuevo estilo Este simple gesto de autoridad de Montilla, que fue acatado de inmediato y sin ningún tipo de reservas por todos sus consejeros, demuestra todo un nuevo estilo en el ejercicio de la Presidencia de la Generalitat.
Incidente menor Según todos los indicios, la retirada de la bandera española en el exterior de la sede central de Gobernación fue realizada por un simple funcionario por iniciativa propia. El consejero Puigcercós recriminó al responsable e hizo que la enseña fuese izada de nuevo, como ya lo había hecho hacer su antecesor en el cargo, el socialista Xavier Sabaté, que fue quien corrigió la decisión de sus dos predecesores republicanos, Joan Carretero y Xavier Vendrell, durante cuyos mandatos en el anterior gobierno tripartito tuvieron siempre una sola bandera, la senyera, en el exterior de la sede central de su departamento.
Antecedentes varios A diferencia de lo que fue habitual en el País Vasco, en Cataluña no ha habido prácticamente ningún incidente propio de la tan traída y llevada guerra de las banderas. Durante el casi cuarto de siglo de los sucesivos Gobiernos de la Generalitat presididos por Jordi Pujol, casi siempre únicamente con consejeros de CiU, por regla general se cumplió la ley, como había sido habitual en la época de la Generalitat republicana, durante la cual la bandera de la República no sólo ondeaba siempre en los principales edificios oficiales sino que estaba presente en casi todas las grandes manifestaciones populares. Sólo en algunos municipios catalanes gobernados por nacionalistas han surgido en alguna que otra ocasión, durante las últimas décadas, incidentes menores al respecto.
CiU intenta pescar en aguas revueltas Desde las filas de CiU se ha intentado aprovechar este suceso tan menor para pescar en aguas revueltas. Artur Mas ha declarado que le parecía “contradictorio” que ERC “retirase de alguna consejería” la bandera española después de haber llevado a la Presidencia de la Generalitat a “un españolista” como Montilla, mientras que uno de los dirigentes convergentes más directamente vinculados a Mas, David Madí, al igual que las Juventudes Nacionalistas de Cataluña (JNC), acusaron a ERC de “sumisión al PSOE” y de haber hecho “un gran ridículo”.
CiU, ocho años con el PP No deja de ser curioso que una formación política como CiU, que durante los ocho últimos años de su permanencia en el Gobierno de la Generalitat lo hizo de la mano y gracias al apoyo parlamentario del PP, al que CiU dio su apoyo durante aquellos años en las Cortes, utilice ahora este tipo de lenguaje radical. Artur Mas parece no querer recordarlo.
Sorprendente Hay que añadir a esto que Artur Mas también ha criticado a Montilla por asistir a la conmemoración institucional del Día de la Constitución celebrada en las Cortes, algo que ningún president de la Generalitat había hecho en los últimos 18 años. La presencia de Montilla en dicha celebración del Día de la Constitución es otra muy buena muestra de su personal estilo presidencial, que quiere ser eminentemente institucional y leal. Sorprende que CiU critique ahora una práctica que fue habitual por parte de Jordi Pujol en los primeros años de su largo mandato presidencial. También resulta sorprendente que una práctica que no pareció escandalizar a nadie, aun siendo habitual en los últimos años la ausencia de la bandera española en algunos edificios públicos de Cataluña, se haya querido instrumentalizar ahora de una forma burda y sectaria.
Ni “guerra” ni “batalla” Para desesperación de los extremistas y radicales de un signo y otro, tanto para los nacionalistas españoles de la COPE y El Mundo como para los nacionalistas catalanes de CiU, en Cataluña no hay ni habrá guerra de banderas. Por no haber, no ha habido ni tan siquiera una batalla. El personal estilo presidencial de José Montilla, definido tanto por su autoridad política en la exigencia del cumplimiento estricto de la ley como por su carácter de profunda lealtad institucional, no permitirá que sucesos tan anecdóticos pongan en cuestión la labor de su Gobierno.
J.G.-S.